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sábado, 29 de enero de 2011

Egipto - Más de medio millón de manifestantes asumen el control de la ciudad de Alejandría, segun Al Yazira

El control de la ciudad egipcia de Alejandría ha pasado a manos de la población civil después de que más de medio millón de manifestantes expulsaran a las fuerzas de seguridad del presidente Hosni Mubarak y asaltaran posteriormente la sede de Gobierno, según informa la cadena panárabe Al Yazira.

"La ciudad está en manos de los manifestantes", informó un corresponsal de la emisora, quien explicó que los participantes de las protestas han conseguido echar "a botellazos" a la Policía egipcia antes de tomar por la fuerza la Gobernación de la ciudad. "No hay presencia policial en la sede de Gobierno. Todos se han marchado", indicó.

Previamente, la corresponsal había informado de que habría al menos un muerto en los enfrentamientos, en los que los manifestantes han prendido fuego a numerosos coches y camiones de Policía.

Las protestas, según la enviada de Al Yazira, se han concentrado en torno a la mezquita en la que se produjeron violentos enfrentamientos con la Policía el pasado junio después de la muerte de un joven tras ser golpeado por agentes. Alejandría es considerada como un bastión de los Hermanos Musulmanes, principal grupo opositor del país y que no está reconocido legalmente.

Egipto mira a Túnez. Con envidia, con esperanza, con admiración, con fuerza, como un ejemplo, como la mecha que puede prender la revolución en todo el norte de África y el mundo árabe. Cuando el pasado viernes cayó finalmente el presidente tunecino Ben Ali, las redes sociales explotaron en Egipto, con mensajes de apoyo, de admiración, de fraternidad, de sueños y sufrimientos compartidos. De revolución. Y grupos de personas salieron a las calles en El Cairo: los tunecinos para celebrar su victoria sobre el dictador, los egipcios para decirles a su dictador que ese será su destino, que antes o después se cumplirá. La consigna más recurrente fue: “Hoy Ben Ali, mañana Mubarak”, seguida en muchas ocasiones de un esperanzado, pero también resignado “insha’Allá” (si Dios quiere).

Los acontecimientos de Túnez demuestran que las revoluciones todavía son posibles, en el mundo, y que los sólidos y eternos regímenes árabes pueden caer, en algún momento. Pero esto no puede ocurrir todos los días, ni tan fácilmente como en Túnez, ni significa que lo que han conseguido los tunecinos lo pueda hacer cualquier pueblo de la región -y que le vaya a salir tan bien. No creo en las teorías del efecto dominó, porque sería demasiado utópico hacerlo y demasiado bonito que ocurriera realmente. Y desgraciadamente no creo que el efecto “Túnez” pueda alcanzar a Egipto, a pesar de la euforia de los activistas y bloggers, que no dejan de ser un grupo muy reducido de la sociedad egipcia; a pesar de las tímidas esperanzas que muestra la oposición, que finge creerse que una revolución también es posible en el país del Nilo –y sin duda lo es, pero no de forma tan directa y obvia.